Mi historia contra el cáncer de mama con amoena
Después de padecer cáncer de mama y linfedema, descubrí los productos de amoena y poco a poco recuperé la comodidad, el apoyo y la confianza en mí misma.

Hola, me llamo Miri.
El verano de 2020 marcó un punto de inflexión en mi vida. Tenía 32 años cuando sentí por primera vez que algo no estaba bien. Luego llegó el momento: mis dedos encontraron un bulto en mi pecho. Soy enfermera; sé que eso no es una buena señal. Aun así, tenía esperanza. Más tarde, me senté con mi ginecóloga frente al ecógrafo. Ambas miramos la pantalla... y supimos lo que estábamos viendo.
Las biopsias lo confirmaron: ocho de 13 ganglios linfáticos estaban afectados. Para los médicos, son solo números. Para mí, significaba que nada volvería a ser igual. Comencé a escribir en un pequeño cuaderno para no derrumbarme. Pensamientos, miedos, esperanzas. Una cuerda de salvación a lo largo de dos cirugías, 28 sesiones de radioterapia y tratamiento hormonal.
Soy una de las 70.000 mujeres en Alemania a las que se les diagnostica cáncer de mama cada año. Pero esa cifra no me ayuda. No soy una estadística. Soy Miri.
Durante este tiempo tan difícil, el nombre amoena comenzó a aparecer. Primero en redes sociales, donde mujeres compartían abiertamente sus historias, y después en mi vida cotidiana.
Justo después de la cirugía, usé el sujetador de compresión postquirúrgico Leyla. Recuerdo exactamente lo segura y protegida que me sentí. Era como un abrazo protector que me dio la fuerza para dar el siguiente paso.
Leyla no solo me sostiene, también protege el tejido delicado después de la cirugía y favorece la curación. Esa sensación de seguridad lo significa todo cuando tu cuerpo se siente tan vulnerable. Al mismo tiempo, descubrí el valor de conectar con otras mujeres. Somos muchas. Y siento que amoena nos une, nos da fuerza y me muestra que no estoy sola. Paso a paso, comencé a sentirme mejor… hasta que un nuevo desafío volvió a exigirme fuerza, tanto física como emocional.
Después de las cirugías experimenté lo que muchas mujeres padecen: linfedema. Me pesa con dolor, hinchazón y el recordatorio constante de la enfermedad. Siento como si mi propio cuerpo impusiera límites que no quiero aceptar. Cada vez que me miro al espejo, me recuerda que la enfermedad aún no ha quedado atrás.
„Los productos para el cuidado linfático me traen alivio. Especialmente las prendas de compresión CuraLymph – no solo me apoyan físicamente, también me dan la sensación de recuperar el control.“
En esta etapa me doy cuenta de cuánto amoena se ha convertido en parte de mi vida. Uso muchos de sus productos; uno que especialmente me gusta es el sujetador suave Linda con almohadilla linfática. Por sí solo, Linda no comprime, pero con la almohadilla proporciona una presión suave. Esa flexibilidad lo hace perfecto para mí: es cómodo, los tirantes no son voluminosos, y aun así siento cómo alivia la hinchazón.
Y luego está el espejo otra vez. Cada día, mis senos asimétricos me recuerdan mi enfermedad. El izquierdo es más pequeño porque se extrajo tejido. El derecho cambia constantemente de volumen por el linfedema – apenas visible para los demás, pero para mí, un recordatorio constante.
„Cuando descubrí la prótesis parcial Balance Adapt Air, todo cambió. Se siente como parte de mí y me devolvió la confianza.“
Gracias a su cámara de aire integrada, puedo ajustar el volumen con precisión a mi cuerpo. En el lado derecho compensa los cambios diarios. En el izquierdo, la prótesis parcial Balance Natura restaura un contorno natural. Por primera vez, veo en el espejo un cuerpo que vuelve a sentirse mío.
Las visitas a la tienda de adaptaciones se convirtieron en un ancla emocional. Las especialistas escuchan, asesoran y saben qué soluciones son adecuadas para mí. Se siente como si una hermana mayor me abrazara. Las conversaciones y los productos me hacen el mismo bien.
¿Y hoy? Sí, mi enfermedad me ha cambiado. Hay cosas que ya no puedo hacer – correr maratones, tocar el piano. Pero ahora vivo más conscientemente, sabiendo que la felicidad espera ser descubierta en los pequeños momentos.
Antes tartamudeaba – ahora tengo el valor de hablar ante muchas personas. Sobre mí y sobre mi camino de regreso a una vida activa y feliz. amoena ha estado conmigo, abriéndome el camino – casi dándome una nueva vida.